top of page
  • AMANDA

PROHIBIR LOS BLOQUEADORES (DE PUBERTAD)


Esta es la traducción del artículo original:

Quillette, Bernard Lane, 25-03-2024

 

Clínicas de género desde Estocolmo hasta San Francisco han estado llevando a cabo un experimento incontrolado con niños, envolviéndoles con el manto de los derechos humanos.


El espectacular crecimiento de las clínicas de medicina de género en todo el mundo habría sido impensable sin la promesa de los bloqueadores de la pubertad. Los niños nacidos en el cuerpo equivocado podían, sin más, detener la pubertad equivocada. Y, si su autodeterminación de identidad transgénero resultaba errónea, era, simplemente, cuestión de reanudar el desarrollo natural. O eso nos dijeron.


Pero, ahora el Servicio Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra ha anunciado el fin de los bloqueadores de la pubertad como tratamiento rutinario para los jóvenes angustiados por su género, argumentando que no se puede conocer el equilibrio entre los beneficios y los daños de esta intervención médica, porque la evidencia para los bloqueadores es demasiado débil e incierta.

No se puede conocer el equilibrio entre los beneficios y los daños de esta intervención médica, porque la evidencia para los bloqueadores es demasiado débil e incierta

El impacto de la decisión de Inglaterra se ha reflejado en editoriales recientes de The New York Post y The Times de Londres. El Post llama a los bloqueadores de la pubertad “ciencia basura mortal”, mientras que el Times los ha declarado como “un escándalo médico de primer orden, un ejercicio imprudente de charlatanería en el siglo XXI”, explicado:


El argumento a favor de los bloqueadores de la pubertad era que permitían a los niños con problemas hacer una pausa mientras aceptaban su identidad de género. Estos inhibidores hormonales fueron caracterizados como un interruptor que podría activarse impunemente. Este fue un ejemplo sorprendente de arrogancia médica.


Clínicas de género desde Estocolmo hasta San Francisco, desde Florencia hasta Melbourne, han estado llevando a cabo un experimento incontrolado con niños, mientras los encubrían con el manto de los derechos humanos y denunciando cualquier crítica como intolerante y odiosa.


Tomará tiempo comprender las implicaciones de este experimento. Incluso los especialistas en cuestiones de género, que vendían los bloqueadores como si fueran seguros, en general han reconocido un efecto secundario peligroso: la baja densidad ósea.

Incluso los especialistas en cuestiones de género, que vendían los bloqueadores como si fueran seguros, en general han reconocido un efecto secundario peligroso: la baja densidad ósea.
Estos adolescentes con hormonas suprimidas pueden quedar expuestos prematuramente a los huesos frágiles y a las fracturas que normalmente se observan en los ancianos.

Es poco probable que, los adolescentes con hormonas suprimidas se beneficien plenamente del aumento de masa ósea que acompaña a la pubertad; como resultado, pueden quedar expuestos prematuramente a los huesos frágiles y a las fracturas que normalmente se observan en los ancianos. Y existe otro riesgo menos conocido pero potencialmente más profundo: los efectos de los bloqueadores en el cerebro.

Y existe otro riesgo menos conocido pero potencialmente más profundo: los efectos de los bloqueadores en el cerebro.

La decisión del NHS de prohibir los bloqueadores se basó en gran medida en un informe provisional de 2022 de la pediatra Hilary Cass, quien dirigió una revisión independiente de la atención de la disforia de género.


En su informe, escribe:


Se sabe que la adolescencia es un período de cambios significativos en la estructura, función y conectividad del cerebro. La investigación en animales sugiere que este desarrollo está impulsado en parte por las hormonas [naturales] sexuales puberales pero, no está claro si ocurre lo mismo en los humanos. Si las hormonas sexuales puberales son esenciales para estos procesos de maduración cerebral, esto plantea una pregunta secundaria sobre de si existe una ventana de tiempo crítica para que se lleven a cabo los procesos, o si es posible recuperarlo cuando se introducen más tarde el estrógeno o la testosterona [de sexo cruzado].

 Si las hormonas sexuales puberales son esenciales para estos procesos de maduración cerebral, esto plantea una pregunta secundaria sobre de si existe una ventana de tiempo crítica para que se lleven a cabo los procesos, o si es posible recuperarlo cuando se introducen más tarde el estrógeno o la testosterona [de sexo cruzado].

Esta pregunta no es nueva. En 2006, médicos holandeses, que habían sido pioneros en el uso no autorizado de bloqueadores de la pubertad para la disforia de género (estos medicamentos se habían utilizado anteriormente para otras afecciones distintas), afirmaron que “aún no está claro cómo la supresión puberal influirá en el desarrollo del cerebro".

En 2006, médicos holandeses, que habían sido pioneros en el uso no autorizado de bloqueadores de la pubertad para la disforia de género, afirmaron que “aún no está claro cómo la supresión puberal influirá en el desarrollo del cerebro".

Se habló de un estudio para dilucidarlo, pero nunca se llevó a cabo. A pesar de esto, en 2016, un médico holandés clave afirmaba que los bloqueadores de la pubertad eran “completamente reversibles”.


Y este fue el lema adoptado por las clínicas de género de todo el mundo cuando adoptaron el “protocolo holandés, impulsando los bloqueadores de la pubertad para la transición de género pediátrica. Una incógnita crucial había sido guardada en la memoria.


Los bloqueadores de la pubertad también llegaron a ser vistos, por la prensa popular, como una opción de bajo riesgo y sin arrepentimientos. En 2015, la revista de moda masculina GQ publicó un artículo sobre el espíritu transgénero de la época, en el que aparecía el exatleta olímpico Bruce convertido en Caitlyn Jenner, “una dama hermosa y elegante”.


El artículo cita a la excompañera olímpica de Jenner, el gimnasta convertido en la doctora Michelle Telfer, quien explica a los lectores que el inicio de la pubertad intensifica la angustia de la disforia de género:


En ese momento los podemos llevar a los bloqueadores de la pubertad. En general, no detienen el crecimiento ni la maduración emocional y cognitiva del cerebro, simplemente impiden que se desarrollen las características sexuales.


La Dra. Telfer es una médico especializado en medicina adolescente. En 2012, se hizo cargo de la clínica de género en el Royal Children's Hospital Melbourne (RCH) que, bajo su dirección, pasó de 18 nuevas derivaciones en su primer año a 821 en 2021.


¿Qué contaban los pacientes jóvenes de su clínica sobre bloqueadores y el cerebro? No está claro. Ni el hospital ni la Dra. Telfer, que ahora es jefe de medicina del RCH, respondieron a mis correos electrónicos pidiéndoles que lo aclararan.


En 2022, sin embargo, el hospital sí reconoció que se desconocen los efectos de la supresión puberal en el cerebro, aunque no lo hizo en una declaración pública corrigiendo lo anterior, sino en un boletín de la clínica de género, que envió a pacientes y familias avisándoles de un futuro reclutamiento de sujetos para un nuevo estudio sobre los efectos de los bloqueadores en el cerebro. El boletín dice:


Durante la adolescencia, el cerebro cambia considerablemente. Sin embargo, no está claro si los cambios hormonales de la pubertad ayudan a promover estos cambios o si este desarrollo ocurre independientemente de nuestras hormonas. En relación con esto, no sabemos si el uso de bloqueadores de la pubertad afecta el desarrollo del cerebro.


Sin embargo, no está claro si este nuevo estudio será sólido o si será otro estudio de “afirmación de género” cuyo diseño débil hace imposible deducir hallazgos claros. Tampoco está claro si la información de consentimiento que la clínica facilita hoy a sus pacientes y a sus padres proporciona un reconocimiento sincero de las incógnitas cognitivas asociadas con los bloqueadores.


Las pautas de tratamiento de la disforia de género de la clínica fueron publicadas inicialmente en 2018 por la Dra. Telfer y sus colegas de la clínica de género del RCH. The Lancet las elogió como las primeras directrices de este tipo específicamente para niños y adolescentes.


Incluyen la afirmación de que la supresión de la pubertad le da al paciente joven “tiempo para desarrollarse emocional y cognitivamente antes de tomar decisiones sobre el uso de hormonas de afirmación de género, lo cual tiene algunos efectos irreversibles”. Esa declaración tranquilizadora permanece en la versión actual (versión 1.4) de las directrices de la RCH.


(La declaración también se encuentra en la guía del hospital, para la preservación de la fertilidad para pacientes con cáncer y de género del año 2019, acompañada de un lenguaje discordantemente activista que desafía la comprensión normal de la biología. Por ejemplo, el hospital aconseja a los “hombres”, es decir, a las mujeres que se identifican como hombres, “usar anticonceptivos si tienen una pareja masculina” y afirma que “Según datos [del gobierno] de Medicare, más de 60 hombres dan a luz al año en Australia”).


Más relevante es el hecho de que la administración de bloqueadores de la pubertad temprana seguida de hormonas del sexo opuesto probablemente conduzca a la esterilización, disfunción sexual y un estatus de por vida como paciente médico con síntomas que pueden desconcertar a los médicos convencionales.

Más relevante es el hecho de que la administración de bloqueadores de la pubertad temprana seguida de hormonas del sexo opuesto probablemente conduzca a la esterilización, disfunción sexual y un estatus de por vida como paciente médico con síntomas que pueden desconcertar a los médicos convencionales.

Sin embargo, nuestra cultura popular ha sido bombardeada con la historia, en gran medida no discutida, de que los bloqueadores de la pubertad pueden salvar vidas y que, de no ser así, tienen la virtud de ser reversibles.


Al repetir acríticamente ésta y otras afirmaciones polémicas, la emisora pública de Australia, ABC, ha actuado como publicista no remunerado de las clínicas de género. Por ejemplo, el popular programa de ABC Australian Story presentó recientemente un emotivo perfil de la Dra. Telfer, en el que repite una afirmación que hizo en otra plataforma de ABC de alto perfil, Four Corners:


Los bloqueadores de la pubertad son reversibles. El único riesgo es que pueda afectar la densidad ósea.


Tal afirmación sorprendería a cualquiera que esté familiarizado con el estado de la evidencia científica.


Pocos investigadores conocen mejor la literatura científica que Mikael Landén, psiquiatra afiliado al Instituto Karolinska de Suecia y a la Universidad de Gotemburgo.


A principios de este mes, la revista Acta Pediátrica publicó su editorial firmada bajo el título “Supresión de la pubertad en niños con disforia de género: Llamada urgente a la investigación”. En éste, Landén señala que:


Desafortunadamente, el discurso en torno al uso de bloqueadores de la pubertad en la disforia de género a menudo se plantea como una cuestión política de derechos humanos, más que como una cuestión médica. Prevalece la afirmación de que los bloqueadores de la pubertad salvan vidas, son totalmente reversibles y siempre seguros.


Aunque eso colocaría a los agonistas de la hormona liberadora de gonadotropina [GnRHa o bloqueadores de la pubertad] en una categoría única e improbable (no se conocen otros medicamentos que cumplan simultáneamente con estos criterios), cualquier esfuerzo por arrojar luz sobre el equilibrio entre los beneficios y los riesgos de este tratamiento se malinterpreta como un ataque a la comunidad LGBTQ+.


El mismo número de la revista también incluye un artículo de la neuropsicóloga Sallie Baxendale sobre la literatura científica que trata sobre la supresión hormonal y el cerebro.


El artículo de Baxendale había sido rechazado anteriormente por otras tres revistas, no por ningún defecto científico, sino porque unos revisores anónimos se sentían incómodos con sus hallazgos, que sugieren que hay poca evidencia que respalde los beneficios de los bloqueadores de la pubertad.


Baxendale, catedrática de neuropsicología en el University College de Londres, relata en otra parte su sorpresa ante las reacciones politizadas que provocó su artículo:


La respuesta más sorprendente que recibí fue la de un crítico a quien le preocupaba que yo pareciera estar abordando el tema con un “sesgo” de gran cautela. Este crítico argumentó que era necesario resolver muchas cosas antes de poder argumentar claramente sobre el “riesgo” de los bloqueadores de la pubertad, incluso de manera circunstancial. De hecho, parecían estar defendiendo una posición predeterminada de asumir que los tratamientos médicos son seguros, hasta que se demuestre lo contrario.


La profesora Baxendale también estaba inquieta por la escasez de literatura científica convincente sobre los beneficios de los bloqueadores de la pubertad:


Me sorprendió lo poca y la baja calidad de la evidencia en este campo. También me preocupaba que los médicos que trabajan en medicina de género sigan describiendo los impactos de los bloqueadores de la pubertad como "completamente reversibles físicamente", cuando está claro que simplemente no sabemos si este es el caso, al menos con respecto al impacto cognitivo.

También me preocupaba que los médicos que trabajan en medicina de género sigan describiendo los impactos de los bloqueadores de la pubertad como "completamente reversibles físicamente", cuando está claro que simplemente no sabemos si este es el caso, al menos con respecto al impacto cognitivo, afirma la Dra. Baxendale.

Estas son observaciones que deberían hacer reflexionar a cualquier clínica de género seria.


A la profesora Baxendale le preocupa especialmente que no se sepa lo suficiente sobre los efectos neurológicos de los bloqueadores de la pubertad en los niños, y que sus padres tomen una decisión informada sobre sus pros y sus contras.


Escribió:


Los indicios vagos de estudios de mala calidad son insuficientes para permitir que las personas que están considerando estos tratamientos [de supresión hormonal] tomen una decisión informada sobre el posible impacto en su función neuropsicológica.


Siguen sin respuesta preguntas críticas sobre la naturaleza, el alcance y la permanencia de cualquier interrupción del desarrollo de la función cognitiva que pueda estar asociada con el bloqueo farmacológico de la pubertad.


Si el desarrollo cognitivo "se recupera" después de suspender la supresión de la pubertad, ¿cuánto tiempo lleva y la recuperación es completa?


Si bien existe cierta evidencia que indica que la supresión puberal puede afectar la función cognitiva, hasta la fecha no hay evidencia que respalde la afirmación frecuentemente citada de que los efectos de los bloqueadores de la pubertad son completamente reversibles. De hecho, el único estudio hasta la fecha que ha abordado este problema en ovejas sugiere que no es así.

Hasta la fecha no hay evidencia que respalde la afirmación frecuentemente citada de que los efectos de los bloqueadores de la pubertad son completamente reversibles. De hecho, el único estudio hasta la fecha que ha abordado este problema en ovejas sugiere que no es así.

Estas preocupaciones las comparte el profesor Landén, autor correspondiente del artículo que describe la revisión sistemática realizada en Suecia de la evidencia sobre los beneficios del tratamiento hormonal para la disforia de género. En ese artículo, Landén escribe:


En el contexto de datos a largo plazo casi inexistentes, llegamos a la conclusión de que el tratamiento con GnRHa [o bloqueador de la pubertad] en niños con disforia de género debe considerarse un tratamiento experimental en lugar de un procedimiento estándar. Es decir, el tratamiento sólo debe administrarse en el contexto de un ensayo clínico y bajo consentimiento informado.


Como ha señalado Landén, no se puede considerar “anti-trans” examinar la base de evidencia sobre los bloqueadores de la pubertad. Lejos de ser una forma libre de riesgos de detener una pubertad no deseada, estos medicamentos son un tratamiento potencialmente peligroso promovido por sociedades médicas politizadas y grupos de presión impulsados ideológicamente.

Estos medicamentos son un tratamiento potencialmente peligroso promovido por sociedades médicas politizadas y grupos de presión impulsados ideológicamente, señala el dr. Landen

Debemos prestar atención a su advertencia:


Insistir en que el tratamiento [bloqueador de la pubertad] no debe evaluarse utilizando los mismos criterios rigurosos que otros tratamientos médicos, en última instancia, perjudicará a los pacientes con disforia de género.


La opinión de que realizar una evaluación exhaustiva de los impactos y posibles efectos secundarios del tratamiento [bloqueador de la pubertad] es ofensivo, impide que las personas con disforia de género accedan a un tratamiento respaldado por el nivel de evidencia esperado para cualquier otro grupo de pacientes.

La opinión de que realizar una evaluación exhaustiva de los impactos y posibles efectos secundarios del tratamiento [bloqueador de la pubertad] es ofensivo, impide que las personas con disforia de género accedan a un tratamiento respaldado por el nivel de evidencia esperado para cualquier otro grupo de pacientes.

En cambio, el imperativo ético de salvaguardar a nuestra juventud exige nada menos que un esfuerzo concertado para arrojar luz sobre los posibles efectos cognitivos y otros efectos secundarios de los [bloqueadores de la pubertad].


El resultado de dicha investigación podría demostrar beneficios significativos con riesgos insignificantes o, por el contrario, que los riesgos superan los beneficios. Éstas son preguntas empíricas que requieren una investigación cuidadosa.


Independientemente del resultado de dichas investigaciones, es esencial garantizar que el tratamiento de los niños con disforia de género mantenga el mismo estándar de evidencia que cualquier otro tratamiento médico para niños. Conformarse con algo menos equivaldría a una discriminación basada en la ideología.

 Independientemente del resultado de dichas investigaciones, es esencial garantizar que el tratamiento de los niños con disforia de género mantenga el mismo estándar de evidencia que cualquier otro tratamiento médico para niños. Conformarse con algo menos equivaldría a una discriminación basada en la ideología.

Bernard Lane es un periodista australiano que informa periódicamente sobre el debate internacional sobre las clínicas de género para jóvenes. Escribe el boletín independiente Gender Clinic News.

115 visualizaciones0 comentarios
bottom of page