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AMANDA

ESTUDIO DE 1.655 CASOS APOYA LA HIPÓTESIS DE LA "DISFORIA DE GÉNERO DE INICIO RÁPIDO"



Los padres informan de un deterioro de la salud mental de los hijos y de los vínculos intrafamiliares tras la transición de género

30 marzo 2023


Un nuevo estudio que examina 1.655 informes de padres da más credibilidad a la hipótesis de la disforia de género de inicio rápido (DGIR), planteada por primera vez por la Dra. Lisa Littman en 2018.


La hipótesis de la DGIR sugiere que el reciente aumento de adolescentes que se identifican como transgénero se explica, al menos en parte, por un aumento en el número de adolescentes previamente de género normativo que desarrollaron angustia relacionada con el género en respuesta a diversos factores psicosociales (por ejemplo, trastornos de salud mental, homofobia internalizada, trauma, etc.). Quienes se oponen a la hipótesis de la DGIR afirman que el aumento es simplemente el resultado de una mayor aceptación de las identidades transgénero por parte de la sociedad y, por tanto, de una mayor disposición de los adolescentes "intrínsecamente transgénero" a "salir del armario".

La hipótesis de la DGIR sugiere que el reciente aumento de adolescentes que se identifican como transgénero se explica, al menos en parte, por un aumento en el número de adolescentes previamente de género normativo que desarrollaron angustia relacionada con el género en respuesta a diversos factores psicosociales (por ejemplo, trastornos de salud mental, homofobia internalizada, trauma, etc.).

De ser cierta, la hipótesis de la DGIR pone en tela de juicio la premisa de la afirmación de género, que exige que los profesionales sanitarios confirmen la autoidentificación de un adolescente y faciliten el acceso a todas y cada una de las intervenciones hormonales y quirúrgicas deseadas para que los cuerpos de los jóvenes se ajusten a su identidad de género actual. Es probable que por este motivo la hipótesis de la DGIR generara una oposición tan dura por parte de los defensores de la atención sanitaria de afirmación de género.

La hipótesis de la DGIR pone en tela de juicio la premisa de la afirmación de género, que exige que los profesionales sanitarios confirmen la autoidentificación de un adolescente y faciliten el acceso a todas y cada una de las intervenciones hormonales y quirúrgicas deseadas

A petición de investigadores activistas, el artículo de Littman se sometió a una segunda ronda de revisión por pares posterior a su publicación. El artículo se volvió a publicar más tarde con una descripción más clara de la metodología (haciendo hincapié en su dependencia de los informes de los padres, pero las conclusiones de un probable papel de la DGIR se mantuvieron intactas. Hasta la fecha, el artículo de Littman se ha descargado más de medio millón de veces.


El nuevo estudio, del que son coautores Suzanna Diaz y J. Michael Bailey, y publicado esta semana en Archives of Sexual Behavior, sigue basándose en informes de los padres, señalando que los padres de los jóvenes con disforia de género son "partes interesadas influyentes" y que los informes de los padres son con frecuencia las fuentes de las investigaciones publicadas por los defensores de la afirmación de género. Los autores concluyen que "actualmente no hay motivos para creer que los informes de los padres que apoyan la transición de género sean más precisos que los de los que se oponen a la transición".


El nuevo informe identifica las siguientes tendencias entre cuidadores y niños, concretamente:


Cuidadores/familias:


· Más de 9 de cada 10 son padres progresistas y favorables a los derechos LGTB (sobre la base de 280 participantes seleccionados al azar)

· Más de 8 de cada 10 participantes en la encuesta son madres.

· Más de 5 de cada 10 cuidadores remitidos a clínicas de género se sintieron presionados para apoyar la transición de género (sobre la base de 380 participantes que respondieron a la pregunta correspondiente)

· Antes de la transición de género, las familias tenían relaciones "estrechas" o "neutras" con sus hijos/as adolescentes, con mejores relaciones con las madres

· Tras la transición social de género, los vínculos intrafamiliares se resintieron, afectando más gravemente a las relaciones madre-hijo/a


Jóvenes (basado en informes de los padres):


Demografía e identidad


· La proporción chicas/chicos era de 3:1 (sin embargo, la proporción de chicos aumentó a lo largo de los 46 meses del estudio).

· Las chicas eran, de media, dos años más jóvenes que los chicos en el momento del inicio de la disforia de género (14,1 años para las chicas frente a 16 años para los chicos).

· Alrededor del 82% tenía una identidad mixta y el 18% era "no binario". Las identidades no binarias eran el doble de frecuentes entre las chicas.

· Alrededor del 85% tenía una inteligencia superior a la media, y el 36% una "inteligencia excepcional".


Influencia de los compañeros/uso de Internet/medios sociales


· El 60% de las adolescentes chicas y el 38% de los adolescentes chicos tenían al menos un amigo/a que había declarado su identidad transgénero en la misma época.

· Los padres estimaron que sus hijos/as pasaban unas 4,5 horas al día en Internet y las redes sociales antes del inicio de la disforia de género, con un mayor uso de Internet entre los adolescentes chicos (5,6 horas para los chicos frente a 4,1 horas para las chicas).


Salud mental


· El 57% tenía antecedentes de problemas de salud mental y el 43% tenía un diagnóstico formal de alteraciones de salud mental.

· Los problemas de salud mental precedieron a la aparición de la disforia de género en una media de 3,8 años.

· El 73% de los participantes informaron de que el niño/a había experimentado un acontecimiento estresante que pudo haber contribuido a la aparición de la disforia de género, como dificultades sentimentales o la pérdida de familiares


Transición social


· En general, el 65% de los/las jóvenes experimentaron una transición social, con una tasa de transición más del doble entre las chicas que entre los chicos (66% frente a 29%).

· El contacto con "especialistas en género" se asoció a la transición social y prácticamente duplicó la tasa de intervenciones hormonales.

· Los/las jóvenes con mayor carga de problemas de salud mental preexistentes fueron los más propensos a la transición social.

· La salud mental de los/las jóvenes se deterioró tras la transición de género


Intervenciones médicas


· Mientras que las chicas eran mucho más propensas a la transición social, los chicos eran mucho más propensos a recibir intervenciones hormonales.

· Entre aquellos/as cuya disforia de género duró al menos un año, el 14% de las chicas y el 24% de los chicos recibieron intervenciones hormonales.

· La tasa de intervenciones quirúrgicas en la muestra fue baja


Los autores del estudio reflexionaron sobre un "hallazgo estadísticamente sólido" que calificaron de "a la vez inquietante y aparentemente importante":

"Los/las jóvenes con antecedentes de problemas de salud mental eran especialmente propensos a tomar medidas de transición social y médica".

Señalaron que los/las jóvenes con problemas de salud mental corren un riesgo especial, ya que pueden carecer del juicio necesario para embarcarse en decisiones irreversibles que cambian la vida.

Señalaron que los/las jóvenes con problemas de salud mental corren un riesgo especial, ya que pueden carecer del juicio necesario para embarcarse en decisiones irreversibles que cambian la vida.

Los autores concluyeron con un análisis de las limitaciones del estudio; la más notable fue el reclutamiento de padres a través de un sitio web para padres preocupados, en lugar de padres "afirmativos". Como resultado, estos informes de padres pueden estar sesgados, y los resultados pueden ser diferentes de los reportados por los padres que afirman, o por las familias atendidas en los entornos clínicos.


Los autores señalan que algunos padres apoyan firmemente la teoría de la DGIR, mientras que otros se oponen vehementemente a ella. En lugar de asumir que estos dos grupos de padres difieren en sus creencias y actitudes subyacentes, lo que sesga sus evaluaciones de la situación de sus hijos/as, puede ser razonable concluir que las diferentes variantes de la disforia de género en los/las jóvenes pueden llevar a los padres a conclusiones marcadamente diferentes sobre si la etiología de la angustia de género de sus hijos/as es atribuible a la DGIR.

Reflexiones de la SEGM


En 2018, la Dra. Lisa Littman puso nombre al fenómeno del rápido aumento en el número de jóvenes previamente de género normativo que declaran identidades transgénero en la adolescencia en el contexto de dificultades sociales y enfermedades mentales preexistentes. Las explicaciones ofrecidas por la hipótesis de la DGIR resonaron entre miles de padres desconcertados y médicos expertos en salud mental igualmente confundidos.


Un destacado terapeuta del GIDS, la mayor clínica pediátrica de género del mundo, señaló:


"Aunque algunos de nosotros hemos tendido informalmente a describir el fenómeno que presenciamos como disforia de género de "inicio en la adolescencia", es decir, sin ningún antecedente sintomático notable antes o durante las primeras etapas de la pubertad (desde luego, nada de importancia clínica), la descripción de Littman resuena con nuestras experiencias clínicas desde dentro de la consulta" (Hutchinson et al., 2020, p. 1).


Mientras que la presentación de inicio en la adolescencia con una preponderancia de mujeres adolescentes con problemas de salud mental preexistentes ha sido reportada por los clínicos y todas las principales clínicas de género en el mundo occidental, el artículo de Littman generó una importante oposición a su metodología por parte de los defensores de la transición de género pediátrica.


Criticaron el trabajo por basarse en informes de los padres, a pesar de que el estudio empleaba los mismos métodos utilizados por otros investigadores de este tema. El concepto de la DGIR sigue generando debate.


El punto fuerte del nuevo estudio es el tamaño de la muestra. Los hallazgos del estudio -el inicio pospuberal de la disforia de género, su aparición en el contexto de problemas de salud mental preexistentes y el papel contribuyente de las redes sociales y la influencia de los iguales- corroboran el fenómeno de la DGIR.


El hecho de que los padres calificaran la salud mental de sus hijos/as como deteriorada tras la transición, y que las relaciones entre padres e hijos/as también se deterioraran, plantea serias preocupaciones sobre la tendencia actual de la transición social y médica de los adolescentes con inicio pospuberal de disforia de género.

El hecho de que los padres calificaran la salud mental de sus hijos/as como deteriorada tras la transición, y que las relaciones entre padres e hijos/as también se deterioraran, plantea serias preocupaciones sobre la tendencia actual de la transición social y médica de los adolescentes con inicio pospuberal de disforia de género.

La limitación clave del estudio es su dependencia de informes de los padres. Por este motivo, es fundamental llevar a cabo investigaciones que no se basen únicamente en los recuerdos de los padres o de los pacientes, sino que validen de forma independiente la edad de inicio de la disforia de género o los comportamientos marcadamente incongruentes con el género en los adolescentes que la presentan en la actualidad, examinando los historiales médicos y entrevistando a múltiples informantes. Si se confirma una preponderancia de la incongruencia de género en la primera infancia en la cohorte de adolescentes actuales, esto debilitaría la hipótesis de la DGIR. Por el contrario, la ausencia de incongruencia de género objetivamente verificable en la primera infancia, la aparición de disforia de género después de la pubertad en el contexto de dificultades de salud mental preexistentes, y los grupos de casos que se producen en redes sociales preexistentes apoyarían aún más la teoría de la DGIR.


La cuestión de la etiología del malestar relacionado con el género en la adolescencia es fundamental. Sin una comprensión de la etiología de este trastorno y su historia natural, el desarrollo de tratamientos seguros y eficaces es un reto.


Los hallazgos de este nuevo estudio, junto con un número creciente de personas que han abandonado la transición y han refrendado la aplicabilidad de la teoría de la DGIR en sus propias vidas, deberían impulsar a la comunidad médica a tomarse en serio la DGIR.

Los hallazgos de este nuevo estudio, junto con un número creciente de personas que han abandonado la transición y han refrendado la aplicabilidad de la teoría de la DGIR en sus propias vidas, deberían impulsar a la comunidad médica a tomarse en serio la DGIR

Esto significa aceptar honestamente esta teoría tan factible, en lugar de seguir confiando en argumentos de charlatanes procedentes de un esfuerzo concertado entre clínicos y activistas para desacreditarla.

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